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(Escribe prof. Iris Caramés Beltrán) En el Plan de Desarrollo Educativo presentado por la ANEP para el período 2020-2024[1], se sostiene la urgencia de avanzar en el acceso universal a la educación, especialmente, en enseñanza media básica y media superior. También, se plantea la necesidad de acompañar los trayectos educativos para propiciar el egreso de los estudiantes en el “marco de efectivos aprendizajes de calidad”. El uso del infinitivo “avanzar” es un reconocimiento a las diversas acciones que se han desarrollado durante los últimos 15 años en nuestro país y que, obviamente, deberán ser evaluadas para profundizarlas o redefinirlas. También, será necesario crear nuevas para apoyar los trayectos educativos con la finalidad de universalizar el egreso.
Pero hay algo que se debería tener muy presente antes de generar políticas educativas[2] con esa finalidad y que no es suficientemente explicitado en el documento: ¿a qué aprendizajes se hace referencia? ¿Qué se entiende por “efectivos aprendizajes de calidad”?
En forma vaga, se menciona “formación integral” y “enseñanza en función del trabajo”. Como integrantes de la sociedad uruguaya, los que nos dedicamos a la educación podemos estar de acuerdo con los significados de dichos sintagmas, pues no son contradictorios si se forma, a todos los estudiantes y de todos los ciclos, en ciencias formales, sociales, naturales, en las artes y en las humanidades. Como sostiene Frigotto (2009)[3], se debe pensar “en la integración de lo técnico con lo humano, del saber general con el específico y por ello, es necesaria la formación de los estudiantes para los procesos de producción bajo las exigencias de los saltos científicos y tecnológicos, así como para su afirmación como sujetos activos en la sociedad”. Esto supone la imbricación de la ciencia, la cultura, el trabajo, la práctica y el arte. Si se sigue esta premisa, serán políticas educativas que realmente impacten en todos, no solo en aquellos que ya nacen en un contexto favorable para el logro de aprendizajes “de calidad”.
Es importante desterrar la idea de que los aprendizajes de los más vulnerables tienen que estar subordinados a la inserción temprana al mercado laboral, porque esto deviene en un círculo vicioso y sus trayectorias educativas no le van a generar el capital cultural que les permitirá su afirmación como sujetos activos y críticos de la sociedad. Para que los aprendizajes sean de calidad, cada subsistema de la ANEP tendrá que coordinar diferentes acciones desde todas las disciplinas o áreas de conocimiento y desde sus respectivas didácticas relacionando el arte, la práctica y el trabajo en torno a un currículo integrador.
Por lo expuesto, debería hacerse foco en la enseñanza de la lectura y de la escritura en primaria, media básica, media superior, terciaria y crear una política educativa que promueva, como indican investigaciones nacionales, regionales e internacionales, la enseñanza sistematizada de la lectura y de la escritura en todos los ciclos. Es necesario, entonces, pensar en una política educativa específica en donde se conciba que “la lectura y la escritura son instrumentos insustituibles para el desarrollo de las funciones superiores de la cultura -como producción colectiva- y de las capacidades cognitivas -como construcción individual” (Alvarado, 2004)[4]. Para ello, no basta con “fortalecer lengua”, sino enseñar lengua “per se” y enseñar estrategias de lectura y de escritura. La alfabetización debe considerarse como objeto de conocimiento y como instrumento de apropiación de los contenidos disciplinares, y, por lo tanto, de acceso a la cultura en su más vasto sentido. No es posible alfabetizar en una única asignatura ni en un solo ciclo educativo, porque enseñar a leer y a escribir no es transmitir un saber elemental, separado del contenido de las materias, transferible a cualquier asignatura, como afirma Carlino (2005)[5]. Ser alfabetizado, hoy, es ingresar a la cultura escrita y poder y saber permanecer en ella, leyendo y escribiendo en diversos soportes y a lo largo de toda la vida (Torres, 2006)[6].
Por ello, nos preocupa que en el Plan de Desarrollo Educativo se haga hincapié en “fortalecer lengua”, de lo que se infiere una concepción restrictiva de su enseñanza que ha tratado de ser atendida con programas de formación docente en servicio desde los años 90, pero que no han impactado en las aulas.
La institución educativa tiene, como fin primero y último, promover las capacidades intelectuales de sus alumnos (Libâneo, 2007)[7] y esto se logra mediante la enseñanza continua de la lectura y de la escritura en diversos soportes. Martín Barbero (1992)[8] y Dussel (2017)[9] lo expresan claramente: leer es entender y apropiarse de lo que se produce cultural y socialmente y no se limita a aprender programación y robótica.
Insistimos: los programas que existen hoy en la ANEP y los que son esbozados en este Plan 2020-2024 no impactan en todas las aulas. Debemos partir de las fortalezas que tenemos para ponerlas al servicio del alumno con la finalidad de que acceda, permanezca y egrese de la institución educativa independientemente del lugar en el que esté ubicada. Los estudiantes más vulnerables necesitan más capital cultural, tal como se viene observando desde las últimas décadas del S.XX, por lo tanto, es imperioso atender este aspecto con el fin de que todos accedan, permanezcan y egresen de los diferentes ciclos educativos en las mismas condiciones. Para que no haya enseñanza para pobres y enseñanza para ricos, la lectura y la escritura deberá estar presente como política educativa para que el estudiante pueda recibir una educación de calidad que integre lo técnico con lo humano y el saber general con el específico. Esto supone la imbricación de la ciencia, la cultura, el trabajo, la práctica y el arte en una institución educativa entendida como mediadora de cultura por antonomasia para sus estudiantes y sus referentes adultos.
[1] ANEP (2020). Proyecto de Presupuesto y Plan de Desarrollo Educativo 2020-2024. Tomo I. Disponible en:https://www.anep.edu.uy/sites/default/files/images/2020/noticias/setiembre/200910/TOMO%201%20MOTIVOS%20Presupuesto%202020-2024%20v12%20WEB.pdf
[2] Entendemos por política educativa la definida por Pedró y Puig (1999): resultado de la actividad de una
autoridad del sector educativo investida de poder público, de legitimidad gubernamental y constituida por contenido, programa político, orientación normativa, factor de coerción y competencia social. Pedró, F. y Puig, I. (1999). Las reformas educativas. Una perspectiva política y comparada. Barcelona: Paidós.
[3] Frigotto, G. (2009). “Formación docente y educación media básica en el contexto de los cambios societarios”. Ubal, M. (Comp). Aportes para la elaboración de propuestas educativas. Educación Media Básica en Uruguay. Montevideo: UNESCO y MEC.(Pág 31). Disponible en:https://www.gub.uy/ministerio-educacion-cultura/sites/ministerio-educacion-cultura/files/documentos/publicaciones/aportes_educacion_media_uruguay.pdf
[4] Alvarado, M. (Comp). (2004). Problemas de la enseñanza de la lengua y de la literatura. Buenos Aires: Cuadernos universitarios. Universidad Nacional de Quilmes.
[5] Carlino, P. (2005). Escribir, leer, y aprender en la universidad. Una introducción a la alfabetización académica. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
[6] Torres, M. (2006). “Alfabetización y aprendizaje a lo largo de toda la vida”. Revista Interamericana de Educación de Adultos, Año 28. nº 1, 2006.
[7] Libâneo, J. (2007). “Concepciones y prácticas de organización y gestión de la escuela: consideraciones introductorias para un examen crítico de la discusión actual en Brasil”. Revista Española de Educación Comparada,13 (2007), 155-191.
[8] Martín Barbero, J. (1992). “Nuevos modos de leer”. Magazín Dominical No. 474. El Espectador. Mayo de 1992. pp. 19 – 22. Disponible en: https://es.scribd.com/document/6314992/Nuevos-modos-de-leer
[9] Dussel, I. (2017). Los analfabetos del futuro”. Revista Letras Libres. Disponible en: http://www.letraslibres.com/espana-mexico/politica/los-analfabetos-del-futuro
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