En el Uruguay la población sabe que sin agro no hay productividad que mantenga el país, todos sabemos que directa e indirectamente generan fuentes de trabajos y movimiento comercial que permiten también a través de los tributos jugar un rol preponderante en el andamiaje económico del estado.
Finalizada la cosecha de soja las esperanzas de concretar una buena zafra en lo productivo contrastan con la situación comercial, con los precios más bajos de esta oleaginosa en los últimos diez años.
El agricultor va vendiendo su soja en forma anticipada para cubrir parte de sus costos y termina por liquidar su saldo una vez que conoce la producción final. Este año producto de los bajos precios de la soja, que luego mejoraron un poco , debido a las lluvias en Estados Unidos, teniendo un pequeño efecto rebote, muchos agricultores difirieron su decisión de venta a espera de tiempos mejores. Pero en muchos casos, obligados por la necesidad de fijar sus precios para el pago de los insumos, tendrán que vender al bajo precio de mercado y a pesar del buen rendimiento del cultivo, no lograran cubrir los costos de producción, aumentando su pasivo y comprometiendo aún más su situación financiera. Con el agravante de un gobierno del Frente Amplio que se muestra parco e indiferente ante todo los problemas de la producción rural que son los principales renglones que exporta el Uruguay al mundo, sostén básico de la economía nacional, y que no nos digan que estamos hablando exclusivamente de temas nacionales cuando en este departamento y sus zonas aledañas está la principal producción.
La soja por un lado, la producción de los últimos años en el mundo sojero ha sido muy alta y esto ha generado un aumento de existencias que limitan las subas de precios. La previsión para 2019 y 2020 habla de una modesta reducción de producción a escala global pero con stocks que se mantienen.
Del lado de la demanda, el principal comprador de soja enfrenta un grave problema sanitario que afecta los pedidos de harina de soja. La menor demanda de China y los efectos de la guerra comercial entre Estados Unidos y China determina que los precios enfrenten dificultades estructurales para licuar los altos costo local, es dable esperar una contracción del área sembrada del cultivo, que hasta ahora había sido el principal promotor del desarrollo agrícola en la historia reciente. Los problemas de exceso de oferta también complican al trigo y la cebada.
Muchos agricultores comenzaron como consecuencia de esta situación un proceso de reconversión a la ganadería con diferentes grados de intensidad, pero enfrentan los problemas propios de la falta de liquidez ya acceso al crédito.
Como corolario podemos concluir que la actividad agropecuaria en general tiene un horizonte muy oscuro y sabiendo que el gobierno del frente amplio no ha sido capaz de buscar más mercados y no buscar soluciones de bajar los costos a la producción como el valor del gasoil que influye muchísimo en el costo de producción, además la poca flexibilidad en el tema laboral, sumado una escases total de créditos a los productores, sumergen a la producción agrícola en una disyuntiva difícil de resolver.
Ante lo expuesto, proponemos subsidiar el combustible a los productores agrícolas tomando como referencia el subsidio de alrededor de $  23  que perciben las empresas de transporte colectivo. De esa forma buscamos mejorar por un lado la ecuación de costos laborales agrícolas para mejorar la rentabilidad del sector. Proponemos a su vez que el importe a devolver esté vinculado al producido entregado en las barracas. De esa especificamos el uso del mismo para la producción.
Que pasen están palabras al MGAP, Sen. Guillermo Besozzi, dip. Gonzalo Novales, Asociación Rural de Soriano, Asociación agropecuaria de Dolores, bancada de congreso nacional de ediles del partido nacional, ejecutivo departamental y comisión respectiva de esta junta.